Está bien.

Está muy bien, bien, no tan bien.
Se te llena la boca hablando, incluso el pecho se te llena de orgullo, hacia ti mismo, claro, como si lo que estuvieras diciendo tuviera sentido, solo coges aire y lo sueltas, pero, ah, siempre utilizando palabras que no te representan, y te creí, muchos te creyeron, tienes el don de la elocuencia, la fácil palabrería más bien, eres como un político que habla sin cesar de la utopía que creará y, ¿qué te da luego? ¿Lo que afirma? No, no lo creo. Al menos no hasta el momento.
Me encanta escuchar como salen de tu gran boca sin cesar letras que se juntan en sílabas y a su vez en palabras, pero cuando esto ocurre solo sé que son mentiras.
Tú afirmas ese amor, Universal lo llamas, si es así entonces es infinito, ¿no? ¿Y entonces porqué toda esa maldad?
Lo peor es que estás hecho de un algodón muy blandito, casi podría ser que fueras de cristal, delicado, frágil, pero tintado, oscuro, sucio, y con un pequeño, insignificante, minúsculo corazón de hierro. ¿Dónde pretendes ahí sentir amor?
Creer es crear... Menos mal que ni tú mismo te crees lo que siente o lo que dices.